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  • Foto del escritorEsmeralda Fernández Barrones

MARQUIS DE MELVILLE: UNA CITA CON EL VINO DE LA ARISTOCRACIA


Imagen de Roberta Sorge (@robertina) facilitada por Unsplash.


En un lugar de Burdeos de cuyo nombre se desconoce, la excelencia se hace presente en el mundo vinícola con la marca Marquis de Melville. El nombre viene dado por Melville Henry Massue, una genealogista y autor británico de mediados del siglo XIX. Bueno, de acuerdo, su nombre completo es Melville Amadeus Henry Douglas Heddle de la Caillemotte de Massue de Ruvigné, 9º marqués de Ruvigny y 15º de Raineval (pausa para respirar). De ahí que no sea casualidad que los nombres de sus vinos lleven títulos nobiliarios en honor a la profesión que desempeñó: condes, duques, vizcodes, príncipes… Todo ello para ofrecer los más variados sabores que acompañan las mejores veladas.


Sus títulos nobiliarios tienen diferentes orígenes, entre ellos, español también. En torno al año 1898 fue nombrado Caballero de la Orden de Carlos III por el pretendiente carlista español Don Carlos, duque de Madrid, conocido como “Rey Carlos VII”. Marquis de Melville murió en 1902 y fue su segundo hijo quien heredó todos sus títulos, ya que su primogénito, murió en la Primera Guerra Mundial.


Pocos datos se conocen sobre la marca de Marquis de Melville, excepto su exclusividad. Un vino que se consume bajo demanda, esto es, previa reserva de las botellas que se vayan a consumir, no sin antes pagar un elevado precio por cada una de ellas. Ésta es una estrategia de control de producción que acaba con la inmediatez de consumo de otras marcas.

A continuación, hemos hecho una selección de los vinos más destacados de su producción. En los tintos destacamos “Prince De Bellemond” de 2012, de aroma fluido, sabor de frutas suaves y especiado que termina con una fragancia de té.


Para los blancos, destacamos “Duc de Lazière” de 2011, de aroma con cuerpo, sabor redondo y armonioso, aroma afrutado, rico y elegante.


Y por último, en los rosados “Vicomte Du Parc” de 2012 de sabor redondo y delicado, fresco y natural, y está impregnado de un aroma elegante y flexible.

Con tanta nobleza en la mesa y a la sombra de la figura de una botella de vino con tan alta mirada aristócrata, sólo nos queda presentarnos a la copa con un nombre sublime y acompañado de una reverencia, “encantada de conocerle Marquis de Melville, yo soy la reina de mi casa”.


Nos vemos en los siguientes artículos en Barrow Lifestyle y en nuestras RR.SS: Linkedin, Facebook, Instagram y Telegram.

Sencillamente, ¡gracias!

Keep dreaming!


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